La tartamudez es un trastorno del habla que según la Organización Mundial de la Salud afecta aproximadamente al 1% de la población mundial (70 millones de personas), siendo una condición que se presenta principalmente en la niñez, la disfluencia puede ser temporal o permanente, causando a veces dificultad para desenvolverse con normalidad en actividades cotidianas en quien lo padece.
Para sensibilizar y concientizar a la ciudadanía, el 22 de octubre se conmemora el Día Internacional de la Tartamudez, ocasión que invita a conocer más sobre el tema y la relevancia que tiene la intervención profesional temprana para un buen pronóstico.
Denisse González, Directora de la Carrera de Fonoaudiología de UDLA Sede Viña del Mar, explica que este trastorno en la fluidez del habla se manifiesta al alterar parámetros como ritmo, velocidad y fluencia. Se generan repeticiones y prolongaciones de sonidos, sílabas, palabras y frases, las cuales suelen acompañarse de movimientos involuntarios con tensión muscular. Esta situación repercute en gran medida en el bienestar emocional de quien lo experimenta, causando temor, estrés y evasión de instancias comunicativas.
La fonoaudióloga comenta que sobre sus causas hay diferentes teorías, no teniendo un origen conocido, aunque dice que desde una perspectiva neurolingüística se ha descrito una alteración del sistema nervioso central sobre el orden temporal de la secuencia de movimientos motores que permiten el habla fluida, así como también se plantean factores psicológicos provenientes de la dinámica familiar, motores y un componente genético.
“Existen alteraciones de inicio en la infancia, siendo lo más frecuente, pero también se han descrito patologías similares en adultos luego de una injuria cerebral puntual, como un accidente cerebrovascular u otra lesión”, comenta la académica, quien detalla que cuando esta condición se presenta en la infancia existe mayor probabilidad de que sea crónico en varones cuya familia tenga antecedentes de tartamudez, velocidad de habla aumentada o alguna patología del lenguaje y/o habla.
“Ante la aparición de pausas, silencios y repetición de palabras en los hijos, muchos padres se preocupan y consultan a un especialista para saber si es tartamudez. Lo importante es que un fonoaudiólogo evalúe el contexto familiar y el habla de la persona. Con esa información recomendará los pasos a seguir ya que, en muchos casos, controlar al entorno en cuanto a reacciones frente a dificultades, es lo más pertinente y la dificultad remitirá. Sin embargo, en un porcentaje de personas estas dificultades aumentan o se mantienen y para aquello es fundamental una intervención directa sobre el habla”, detalla Denisse González.
Respecto al tratamiento dice que hay dos enfoques, el individual, que consiste en atención y terapia directa en quien presenta la alteración, abordándose principalmente los parámetros del habla; y el social e indirecto, relacionado con el abordaje de factores externos que precipitan o mantienen la alteración. También hay un enfoque mixto donde se integran ambos abordajes de manera multidimensional, considerando los distintos factores relacionados con la alteración.
“Se ha detectado que tres de cuatro niños que presentan la alteración de la fluidez al hablar la recuperan durante la niñez. Por ello, resulta fundamental una detección temprana y un abordaje integral desde el inicio de los síntomas evitando que surjan emociones negativas en el niño en relación con la tartamudez, lo que requerirá una terapia multidisciplinaria, con el acompañamiento de un psicólogo”, comenta la académica.
Finalmente, especifica que desde la fonoaudiología se realizará un abordaje terapéutico considerando dimensiones motrices, afectivas, cognitivas, sociales y lingüísticas, las que incluyen al paciente, su familia y su entorno próximo (contextos comunicativos en los que se desenvuelve), trabajando sobre los factores que más dificultan la comunicación funcional del niño, logrando que establezca estrategias de habla más fluida.