Los investigadores Dr. Gonzalo Barcaza, glaciólogo e investigador asociado del Centro de Tecnologías Ambientales, CETAM, de la Universidad Técnica Federico Santa María; el Dr. Hans Moosmüller, profesor e investigador del Desert Research Institute (DRI) EE.UU junto al director del CETAM, el Dr. Francisco Cereceda, comienzan la primera expedición que los llevará a la Antártica en el marco del proyecto Nº RT 34-21, financiado por el Instituto Chileno Antártico, INACH, que se desarrollará durante la nueva versión de la Expedición Científica Antártica (ECA 59), organizada por la misma entidad.
El propósito de la iniciativa, que también contempla expediciones a la Antártica en 2024 y 2025, es “determinar cuál es el impacto del Black Carbon (BC) en la Península Antártica de origen antropogénico ya sea local o debido al transporte hemisférico y contrastarlo con lugares más prístinos de la Antártica, para medir cómo cambia el albedo de la nieve y con ello el forzamiento radiactivo, debido al cambio climático”, relata el Dr. Francisco Cereceda, quien además es profesor titular del Departamento de Química de la USM.
Plan de Muestreo
Durante el viaje, la idea es desarrollar un plan de muestreo que contempla aproximadamente 10 puntos de interés, ubicados en alrededor de 800 kilómetros en el lado norte de la Península Antártica. Hay que destacar, que todo ello dependerá de las condiciones climáticas imperantes en la zona durante las más de 3 semanas que dura la expedición, condiciones que ya los obligó a adelantar su viaje en algunos días debido a la proximidad de un frente de mal tiempo que llegará al sector.
“Las mediciones se desarrollarán a través de la instalación en cada sitio de interés de equipos de monitoreo, tanto de meteorología, radiación solar (albedo), como calidad del aire, en donde se incluirán mediciones de partículas, gases y Black Carbon. Estos equipos también serán instalados en el rompehielos Betanzos durante toda la travesía. Nos embarcaremos en la base Profesor Raúl Escudero de INACH -en la Península Antártica- pasando por la Base O’Higgins, rodeando la península desde el sur hasta llegar al lado norte, un sector muy poco explorado y el cual es actualmente el más vulnerable al efecto del cambio climático, ya que su temperatura ha aumentado casi 2ºC en la última década”, asegura el Dr. Cereceda.
En cada uno de los puntos en donde se detendrán a obtener muestras de nieve, replicarán el sistema de medición que se estará desarrollando en el barco durante todo el viaje, es decir, cada día -siempre que las condiciones meteorológicas así lo permitan- descenderán desde el rompehielos en un bote zodiac hasta el punto de recolección de muestras ubicado en el continente Antártico, en donde tendrán un tiempo de alrededor de 4 a 6 horas para desplazarse al lugar previamente acordado, realizar las mediciones con los equipos de monitoreo portátil para calidad del aire, radiación y meteorología, además de recolectar en cada sitio muestras de nieve.
Además de todo el equipamiento necesario para poder hacer este desafiante y extenuante trabajo, van equipados con un kit de emergencia que consta de una carpa, una cocinilla, sacos de dormir y comida liofilizada por si las condiciones climáticas cambian abruptamente y no es posibles ir a buscarlos durante ese día, por lo que deben pasar la noche en el lugar.
Proyecciones
Los datos obtenidos durante esta campaña de monitoreo y recolección, junto a los que se recopilarán en las próximas campañas 2024 y 2025, servirán para compararlos y contrastarlos con los obtenidos anteriormente en la campaña ECA 50, realizada durante los años 2014, 2015 y 2016, para determinar y evaluar si efectivamente la presencia de los contaminantes observados anteriormente ha aumentado o disminuido en el tiempo.
“Las proyecciones de este proyecto son tremendamente interesantes e inéditas, ya que en la parte norte de la Península Antártica, no se han medido los contaminantes que estamos evaluando. Por lo tanto, nos permitirá saber qué está sucediendo en términos de la concentración de BC y aerosoles en general, así como albedo y forzamiento radiactivo en esta importante parte del polo. Finalmente, considerando que la Antártica está teleconectada con el resto del mundo, saber lo que sucede en ese lugar es trascendental para entender lo que está pasando y pasará a futuro en el sistema climático mundial”, sostiene el Dr. Cereceda.