En la localidad rural de El Convento, comuna de Santo Domingo, el agricultor Sebastián Toro de 34 años ha dejado a todos impresionados al cosechar una frutilla de tamaño extraordinario. Con un peso de 286 gramos, el fruto se acerca sorprendentemente al récord mundial registrado en el libro Guinness hace poco más de un año por un agricultor israelí y que llegó a pesar 289 gramos, es decir, cinco veces el peso de una frutilla normal.
El joven agricultor, usuario del Programa de Asesorías Técnicas de INDAP, hizo el hallazgo hace sólo unos días cuando se encontraba en la revisión periódica de sus cultivos, la que realiza junto a su señora Carolina Jofré, cuando descubrió el gigantesco fruto. Aunque el resto de su producción no se queda atrás porque, gracias a la dedicación y trabajo que ha puesto en el cultivo de sus frutillas, estas han alcanzado calibres muy superiores a los esperados.
“La frutilla la descubrí la semana pasada. La vimos como una curiosidad, fue sorprendente, era mucho más grande que lo normal. Buscamos en internet y nos dimos cuenta que estamos a unos cuantos gramos de la más grande del mundo, aunque tenemos otras muy grandes que ya andan en los 200 gramos”, precisa Sebastián Toro.
APOYO INDAP
Este emprendedor reconoce que el éxito de su producción, que lleva recién un año desde que decidió independizarse, se debe al empeño que ha puesto en la implementación de un sistema productivo eficiente donde reconoce el apoyo que ha tenido de los extensionistas de INDAP en sus resultados.
Y es que, hace menos de un mes, se adjudicó un importante proyecto de riego a través de INDAP región Valparaíso, el que incluye la instalación de paneles solares que le permiten energizar la bomba de extracción de agua desde la vertiente que nace en su predio. Esta innovadora iniciativa la utiliza para el riego de sus 1,5 hectáreas de frutillas. Lo que probablemente también contribuyó al desarrollo excepcional de la frutilla gigante, proporcionando las condiciones ideales para su crecimiento y maduración.
“En el predio no tenía luz, teníamos sólo agua de una vertiente. INDAP nos ayudó a inscribir la vertiente para su uso en riego. El proyecto consta de paneles solares, bomba, más caseta de riego y abonador. Funciona súper bien. Puede funcionar 8 horas sin parar cuando hay sol y la economía es gigante. Se me solucionó mucho la vida. Yo no habría podido financiar los paneles, así que estoy contento con el apoyo de INDAP, de los asesores y profesionales de la agencia de área san Antonio”, reconoce este agricultor.
PANELES SOLARES
El proyecto consistió en un bombeo solar de 7,2 KW de potencia desde una vertiente existente en el predio, donde se impulsa el agua hacía la red de riego que llega a la zona del cultivo. La instalación consta de 16 paneles solares de 450 W. La planta fotovoltaica entrega hasta 12 horas de energía solar en temporada alta de radiación. El centro de control, contempló variador de frecuencia, cabezal de bombeo, caseta de riego, bomba de riego, manómetros, filtro y equipo de fertirriego. La iniciativa tuvo un costo total de $11.246.816.- con un subsidio de INDAP de $ 9.246.816 y un aporte del agricultor de $2.000.000.-
Durante casi 10 años Sebastián Toro trabajó con empresarios frutilleros donde aprendió el manejo técnico de este cultivo lo que lo motivó a quedarse en el campo e iniciar su propio negocio en el predio familiar. “En agosto del año pasado empecé a trabajar solo. La experiencia ha tenido cosas buenas y malas, estamos aprendiendo de a poco, aunque seguimos entusiasmados con este desafío. La comercialización es lo que más nos ha costado. Nos cuesta movilizar la fruta y conseguir buenos distribuidores que paguen un precio justo”, advierte este emprendedor.
Para la directora regional (s) de INDAP Valparaíso, Daniela Soto, “el caso de Sebastián usuario joven de INDAP es un claro ejemplo de la importancia del apoyo que la Institución puede entregar en los primeros pasos de un agricultor que inicia su labor en forma independiente. Su trabajo ha dado, literalmente, buenos frutos y eso sumado a la implementación de nuevas tecnologías demuestran que es posible que los jóvenes quieran y puedan permanecer en el campo y convertirse en verdaderos agentes de cambio. Ellos son clave para la agricultura y seguridad alimentaria del futuro”, concluyó.