De acuerdo al Instituto de Fomento Pesquero (IFOP), los chilenos han aumentado el consumo de productos del mar en los últimos años. Con 15,8 kilos per cápita en 2020 y un incremento del 6% en relación al año anterior, el país está muy por debajo de la media mundial, que supera los 20 kilos.
Si bien es un número que da cuenta de mejoras respecto a los años anteriores, en clave de soberanía alimentaria estas cifras aún no se alinean con el potencial que las costas chilenas tienen para ofrecer a la población, considerando que Chile es uno de los 12 países pesqueros más importantes del mundo. Debido a la influencia de la corriente de Humboldt, el país disfruta de uno de los ecosistemas marinos más prósperos, entregando sustento y trabajo a más de 93.000 pescadores artesanales viven de esta actividad.
¿Más saludable que comer carne?
En un contexto donde la alimentación balanceada cada vez tiene un lugar más protagónico, el consumo de pescado emerge como una opción saludable y sostenible. Por ejemplo, un filete crudo de 100 gramos de merluza aporta 78 kcal y 17 grs. de proteína, mientras que un trozo de cerdo del mismo tamaño tiene 290 kcal y 16 grs. de proteína.
Daniela González, nutricionista y académica Universidad de Santiago, destaca la alta calidad de su proteína, en comparación con otras alternativas: “Son de alta calidad, es decir, contienen todos los aminoácidos esenciales que contribuyen al mantenimiento y la reparación de tejidos”.
Sobre la preparación del pescado, la profesional recomienda preferir métodos saludables como la cocción al vapor, al horno o a la parrilla, en lugar de freír. “Estos métodos conservan los nutrientes sin agregar grasas no saludables, maximizando los beneficios nutricionales del pescado”.
¿Fresco o congelado?
Aunque hay ventajas y desventajas en ambos, lo cierto es que el formato congelado presenta varios beneficios para la seguridad alimentaria y la conservación. “Permite preservar la frescura y calidad del producto. Esto no solo disminuye el desperdicio alimentario sino que también facilita el acceso a una variedad de opciones de pescado y mariscos en cualquier momento del año, independiente de la temporada o las vedas”, comenta Paula Leiva, directora Comercial de Mi Caleta.
Entre otros beneficios, la congelación inmediata después de la captura ayuda a conservar la textura y el sabor del pescado, garantizando una experiencia culinaria satisfactoria. Este método de conservación también minimiza la pérdida de nutrientes, ofreciendo a los consumidores una opción nutritiva y conveniente.
En Mi Caleta, una fundación que comercializa pescados y mariscos provenientes de la pesca artesanal en Chile, se puede encontrar una gran variedad de productos del mar congelados a precios justos y de orígen legal.
Sostenibilidad y aporte a las comunidades costeras
Desde la perspectiva de la sostenibilidad, la compra de pescado congelado también tiene múltiples ventajas, porque permite que las comunidades pesqueras agreguen valor a sus capturas, sin embargo, organizaciones que trabajan con pescadores artesanales señalan que el proceso no está exento de dificultades: “Aunque las personas comprenden las ventajas de vender sus productos procesados, dar el paso hacia la innovación en esta área a veces se percibe como un desafío difícil de abordar”, comenta Iván Greco, investigador asociado de la ONG Future of Fish (FOF).
Además, agrega que para los pescadores artesanales la comercialización de productos frescos requiere de una infraestructura y cartera de clientes que desafortunadamente, los grupos de pescadores y pescadoras no tienen a mano, a diferencia de los intermediarios que llegan a la playa. “La planificación de una logística para enviar, procesar y congelar pescado para luego venderlo habilita nuevas posibilidades para los grupos que se aventuran en estos proyectos de autonomía comercial. Básicamente esta es la propuesta que ofrecemos desde FOF Chile y otras ONGs en sintonía como Pesca Sustentable o la Fundación Mi Caleta”, señala.