Quinterano busca su sueño de convertirse en músico gracias a la Orquesta Sinfónica Infantil de Ventanas

Cada tarde, sagradamente, Fabián Escobar de 12 años termina su jornada escolar en el colegio Costa Mauco de Quintero y toma el bus. No se dirige precisamente a su hogar, como la mayoría de sus compañeros, sino que recorre cerca de 20 kilómetros hasta llegar a la Escuela La Greda de Puchuncaví. Allí, las aulas se trasforman en verdaderas salas de concierto. Es el lugar en donde de lunes a viernes ensayan los 70 jóvenes que conforman la Orquesta Sinfónica Infantil Escolar de Ventanas (OSIEV).

Charpentier, Mozart, Los Jaivas y The Beatles son las melodías que nacen desde los pentagramas de los jóvenes. Ellos se esfuerzan por lograr la perfección en su instrumento. Es el caso de Fabián, quien toca el corno y pese a llevar solo un par de meses en la orquesta, ya sabe cómo convertir notas musicales en las más bellas melodías.

La OSIEV es una iniciativa músico-social que nació hace algunos años gracias a los aportes de Codelco Ventanas y que cuenta con el apoyo de los municipios de Puchuncaví y Quintero. Ya han dado sus primeros conciertos y el proceso de transformación de los pequeños han sido notables. Mario Brignardello, director de la OSIEV ha sido testigo del progreso de estos jóvenes: “Estos chicos llegan muy cohibidos al principio, pero luego, a través de la música descubren hábitos, metodología de estudio y comportamiento, por lo que pronto se dan cuenta que pueden lograr todo lo que ellos se propongan en la vida”, señala.

Fabián también es de aquellos niños que con esfuerzo y trabajo, demuestra día a día su progreso. De mirada quieta y voz discreta, explica que en la música encuentra el lugar para divertirse y hacer amigos, para soñar y pensar un futuro donde el espectáculo y los escenarios envuelvan su vida. Un sueño que se va a acercando en cada sonido que emite. No por nada, ha demostrado ser uno de los alumnos más destacados de su grupo. “Lo que más me gusta es la enseñanza diaria, he aprendido mucho”, recalca este joven estudiante, cuyo ADN musical corre por sus venas, pues su madre es cantante y su hermana también integra la OSIEV.

Le basta con una sola tarde para volver a su casa cargando el mismo sueño y con más ganas de concretarlo. “Es bonito estar acá”, enfatiza después de ver tocar a sus compañeros de grupo y con quienes tras ensayar, se divierte con sus amigos jugando a “la pinta”, hasta que llega el bus del municipio de Quintero y lo lleva nuevamente hasta su hogar, donde su mamá lo espera para crear música, esta vez, a través de su voz.

Más tarde, Fabián Escobar se duerme y nuevamente sueña con aquel día en que sube al escenario y saluda al público. Todos lo aplauden y él, agradecido, hace una reverencia para despedirse. El telón se cierra y, tras ello, la función termina. Son los sueños de infancia que nacen en la OSIEV.

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