El caso de esta pareja se remonta a marzo de este año, cuando su vivienda se incendió en Viña del Mar Alto, lo que dejó a Verónica González, de 33 años, con un 45% de su cuerpo quemado y a su pareja, Sebastián Elgueta, de 36 años, con un 91% de su cuerpo quemado y casi nulas posibilidades de sobrevivir.
Tras una larga recuperación de más de tres meses en el centro de referencia nacional para el Gran Quemado Adulto, en la ex Posta Central en Santiago, regresaron al Hospital Dr. Gustavo Fricke de la red del Servicio de Salud Viña del Mar Quillota, para iniciar su fase de recuperación en la Unidad de Medicina Física y Rehabilitación.
Recuperación y rehabilitación
Tita Aguilera, Jefa (s) de la Unidad explica que “el paciente llega con su traje compresivo, estabilizado y aquí se le entrega la segunda etapa de recuperación de las funciones motoras, actividades de la vida diaria, reinserción laboral, etc. Lo que se entrega es una atención de un equipo interdisciplinario integrado por el médico fisiatra, terapeuta ocupacional, kinesiólogo y si se requiere, fonoaudiólogo”.
De esta forma, asiente Verónica, han logrado lentamente recuperarse: “Me quemé el 45%, que fueron manos, cara, tórax y piernas. Las manos no tienen mucha funcionalidad y por eso estamos haciendo terapia con kinesiólogo y terapeuta. Hemos mejorado un montón porque tenemos más movilidad para hacer ciertas cosas, puedo comer sola, que antes no lo podía hacer, lavarme los dientes, cosas que son como básicas para las personas normales pero una ya no las puede hacer, estamos empezando de cero. Uno adicionalmente a que le hacen la terapia, a uno le hablan, le conversar, uno se ríe y eso igual es bueno, porque es como una terapia grupal. En ese sentido, uno igual tiene harto apoyo del hospital”.
Sebastián, por su parte, afirma que “todo es nuevo, pero por otro lado está bien porque uno vuelve a nacer a valorar otras cosas, a entender que la vida puede terminar de un momento a otro y que las cosas que uno tiene como prioridades van a quedar ahí, no se van a hacer y uno le empieza a dar prioridad a otras cosas, tener el tiempo de hacer cosas. A mí, por ejemplo, me gusta tocar guitarra, me gusta cocinar, hacer cosas, arreglar cosas, entonces tengo tiempo de disfrutar todo eso. Ahora, hay cosas que cuestan, cosas cotidianas, caminar, moverse, agacharse y recoger algo es complicado, recoger las llaves, abrir una puerta, abrir una botella, Eso todavía no lo podemos hacer, no está la fuerza todavía, pero la intención está. Me quemé el 91% del cuerpo y no debería estar acá pero estoy”.
“Eso es lo que se busca con un tratamiento integral exitoso”, afirma Tita Aguilera, “que ellos se puedan reinsertar en lo laboral, en lo social y en actividades de vida diaria, cosas como la marcha, el vestirse, de cocinar y luego vamos viendo la reinserción laboral en conjunto con la terapeuta ocupacional. También es parte importante de la rehabilitación el manejo sicológico, y el apoyo sicológico. Todo eso complementa a favorecer la funcionalidad de estas dos personas. Se ve desde el manejo de tejido blando, que la cicatriz se prevenga las complicaciones, ejercicios terapéuticos en el sentido de favorecer su capacidad aeróbica, la movilidad y la autonomía en marcha, en actividades que ellos buscan y van diciendo cuáles son sus objetivos. Uno como terapeuta va dirigiendo pero ellos dan las directrices de lo que ellos sienten como necesidades”.
Así, esta pareja resiliente se acompaña y se anima mutuamente, porque tal como dice Verónica “igual Sebastián me apoya harto porque cuando yo estoy triste, él me apoya, y cuando él está triste, yo lo apoyo y en el fondo igual es bueno, porque estamos juntos”.