La lucha frontal contra la contaminación adquiere cada día mayor fuerza y convencimiento en el mundo y el nuestro y nuestro país también se suma. Hace poco se lanzó la Estrategia Nacional de Electromovilidad 2021, con el fin de fijar normas particularmente, para uno de los principales emisores de contaminación, como lo son los vehículos de la locomoción colectiva donde estuvieron presentes la ministra de Transportes, Gloria Hutt y el biministro de Ciencia y Energía, Juan Carlos Jobet.
Esta estrategia actualizada incluye varias características, entre las cuales destacan la participación de muchos actores en su elaboración. Sin lugar a dudas, lo que más ha llamado la atención dentro de estas características son las nuevas y ambiciosas metas para el mediano y largo plazo.
Sin duda una de las más importantes es que el 100% de las nuevas incorporaciones al transporte público urbano sean vehículos cero emisiones al 2035. Además se agrega que el 100% de ventas de vehículos livianos y medianos sean cero emisiones al 2035 y el 100% de las ventas de vehículos para el transporte de pasajeros interurbano y transporte de carga sean cero emisiones al 2045.
El experto en la materia, Dr. Mauricio Osses, académico de la USM y parte del equipo que entregó un informe de potencial energético en la COP26, indicó que el cumplimiento de estas metas tiene varios alcances y consideraciones, dado que el sector transporte tiene una alta responsabilidad en las emisiones de contaminantes locales y globales.
“Según se indica en el mismo documento de la Estrategia Nacional de Electromovilidad, el sector transporte en Chile consume el 36.6% de la energía (BNE, 2020), siendo 99% de esta energía proveniente de fuentes fósiles. Esto se traduce en que este sector es responsable de un 25.5% de las emisiones de CO2 en Chile (MMA, 2020). Pasar de motores de combustión interna a vehículos 100% eléctricos, con una matriz de generación basada en fuentes renovables, cambiaría este escenario de manera drástica, con importantes reducciones de contaminantes”, señala Osses.
Implementación
Existe una serie de barreras que hacen difícil cumplir estas ambiciosas metas, indica el experto de la USM, como el costo de los vehículos, rango de autonomía y tiempo de recarga y la infraestructura de carga pública y privada, entre otras. De igual manera, es relevante el desconocimiento de los usuarios y apego a tecnologías en base a combustibles fósiles que se han utilizado por más de 100 años.
“Es justamente en este escenario, donde las instituciones de educación superior tenemos un rol destacado, apoyando el proceso con nuestras capacidades de I+D+i, así como formando profesionales para que ejecuten trabajos que hoy no existen, pero serán muy necesarios en el futuro cercano”, concluye el experto.