Luego de dos años de extenso análisis, la expedición oceanográfica PROFAN, que recorrió la parte norte de la Región de Magallanes durante el segundo semestre del 2019, da sus primeros resultados. En aquella campaña, un equipo de investigadores chilenos y extranjeros realizó un exhaustivo estudio a las Floraciones Algales Nocivas (FANs) de los mares de la Patagonia y efectuó diversos muestreos con el fin de hacer un escrutinio de la diversidad de microalgas tóxicas y biotoxinas existentes en una zona muy poco visitada de los fiordos australes.
Utilizando un sistema de recolección denominado SPATT (de sus siglas en inglés “Solid Phase Adsortion Toxin Tracking”), los científicos hallaron biotoxinas producidas por microalgas que generalmente no son detectadas en los fiordos patagónicos. Gracias a esta tecnología, raramente utilizada en una expedición oceanográfica al sur de nuestro país, se encontró la presencia de la llamada pinatoxina G, un elemento nocivo que, debido a su gran estabilidad química, produce efectos neurotóxicos en ratones. Esto sugiere que podría cruzar la barrera intestinal provocando trastornos neurológicos en animales.
La toxina es generada por una microalga llamada Vulcanodinium rugosum, un organismo descubierto y descrito en el año 2012, difícil de detectar debido a su ciclo de vida. Pese a que pasa la mayor parte del tiempo en el fondo marino, en algún momento de su desarrollo sube a la superficie y segrega pinatoxina G. Se considerada una especie críptica, debido a que comúnmente suele ser confundida con otras especies de similares características.
“El descubrimiento de esta toxina es un acierto para quienes trabajamos con marea roja, dado que por primera vez es detectada de manera física en una campaña oceanográfica de estas características. Esto se produjo gracias a la implementación del sistema SPATT, que permite la absorción de organismos nocivos que suelen presentarse en baja concentración. Las redes de arrastre que solemos utilizar para la detección de microalgas tóxicas no permiten pesquisar aquello”, explicó Marco Pinto Torres, doctorante del Centro de Investigación Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes (IDEAL), de la Universidad Austral de Chile (UACh).
A la fecha no existen registros de intoxicación en humanos, pero sí se conocen sus efectos mortales en mamíferos. “La tarea de aquí en adelante será seguir monitoreando los mares en busca de este microorganismo para poder cultivarlo y estudiar su funcionamiento y respuesta a la producción de la pinatoxina G frente a diferentes condiciones ambientales y principalmente frente al escenario de cambio climático”, comentó el Dr. Jorge Mardones, investigador del Centro IDEAL y del Instituto de Fomento Pesquero (IFOP), quien participó del estudio.
Sin embargo, la detección de esta toxina no necesariamente significa que sea nueva en las aguas de nuestro país, como explica el Dr. Mardones. “Muchas de las especies que hemos encontrado y de las que se está informando no quiere decir que hayan llegado recientemente a Chile. Es posible que no hayamos tenido las capacidades analíticas para detectarlas. Actualmente, hay más expertos inmersos en el estudio de FANs y mejor tecnología que permite ver estos eventos en el agua”, asegura.
Tras este descubrimiento, que fue recientemente publicado en la prestigiosa revista científica Progress in Oceanography, el equipo de investigadores continuará analizando la toxina para conocer las variables que la generan, su organismo productor, estacionalidad y zonas donde se concentra.
Revisa la investigación aquí.