«La Vía Láctea no es más que una masa de innumerables estrellas» dijo Galileo Galilei cuando observó nuestra Galaxia por primera vez con su telescopio. Cuatrocientos años después, se completó el mapa infrarrojo más grande de la Vía Láctea, después de más de 13 años de observación de las regiones centrales de nuestra Galaxia por parte del proyecto “Variables VISTA en la Vía Láctea” (VVV) y su proyecto compañero VVV eXtendido (VVVX). Este monumental esfuerzo ha dejado un legado invaluable para la comunidad astronómica.
El artículo, publicado en la prestigiosa revista europea Astronomy & Astrophysics, está liderado por el profesor y astrónomo Roberto Saito, de la Universidad Federal de Santa Catarina (UFSC) de Florianópolis, Brasil. El trabajo enumera numerosos hallazgos después de muchos años de análisis de datos y fue preparado por 146 coautores de 15 países diferentes en 4 continentes.
Los megaproyectos VVV y VVVX fueron dirigidos por el profesor Dante Minniti, de la Universidad Andrés Bello (UNAB) e investigador principal del Centro de Astrofísica y Tecnologías Afines (CATA), junto con el profesor Philip Lucas, de la Universidad de Hertfordshire (UH) en el Reino Unido. Los profesores Jura Borissova, Radostin Kurtev, Zhen Guo y Verónica Motta del Instituto de Física y Astronomía de la Universidad de Valparaíso participaron de estos megaproyectos, que tuvieron distintas etapas, empezando en 2005: con la planificación, realización de observaciones, análisis de datos y obtención de resultados. Este último paso incluye exploración y publicaciones.
Al principio fue una aventura embarcarse en este gran experimento que supuso una tarea gigantesca, siendo entonces el proyecto observacional más grande en volumen de datos del Observatorio Europeo Austral (ESO), encargado de realizar las observaciones con el telescopio VISTA situado en el Observatorio ESO Paranal en el Norte Grande de Chile. Las observaciones comenzaron en 2010 y finalizaron en el primer semestre de 2023, en un total de 420 noches donde se obtuvieron alrededor de 200 mil imágenes, monitoreando más de 1.500 millones de objetos y generando unos 500 TB de datos científicos.
“Estas imágenes infrarrojas tan profundas del centro de nuestra galaxia son esenciales para detectar estrellas recién nacidas. El proyecto VVV también nos proporciona múltiples imágenes de cada región de formación estelar, y este conjunto de datos de una década de duración nos ha ayudado a descubrir cientos de estrellas jóvenes en erupción”, comenta el astrónomo Zhen Guo.
Este survey ha producido innumerables aplicaciones para la comunidad astronómica con interés en estudios de estructura galáctica, poblaciones estelares, estrellas variables, cúmulos estelares y mucho más. Entre los descubrimientos más destacados se encuentran:
– Cúmulos globulares, los objetos más antiguos de nuestra galaxia;
– Estrellas hiperveloces, donde el agujero negro supermasivo central las expulsa de la galaxia;
– Ventanas que nos permiten ver el otro lado de la galaxia a través de todo el polvo y el gas interestelar;
– Estrellas variables RR Lyrae en el centro de la Galaxia, la población más antigua conocida;
– Estrellas enanas marrones y planetas flotantes binarios, los objetos menos luminosos conocidos que no están asociados con ninguna estrella;
– Objetos variables desconocidos que llamamos WIT, acrónimo de “What Is This?» (¿Qué es esto?);
– Miles de galaxias distantes, vistas a través del disco de la Vía Láctea;
– Objetos estelares recién nacidos, que son violentamente variables;
– Eventos de microlentes gravitacionales en el corazón de la Vía Láctea;
– Estrellas variables Cefeidas muy distantes, incluso en las antípodas de nuestra galaxia.
Estos descubrimientos ya produjeron más de 300 publicaciones científicas y también 30 tesis de doctorado en Sudamérica y Europa, en el que participaron los estudiantes de la UV: Claudio Navarro-Molina, Karina Rojas Olate y Nicolás Medina Peña. El procesamiento de imágenes, el análisis de datos y la exploración científica continuarán durante muchos años más, con innumerables descubrimientos por venir. El resultado de este trabajo deja un legado perdurable para la comunidad astronómica, que utilizará estos datos en diversos proyectos. Muchos de estos estudios serán complementados para una mejor comprensión con observaciones futuras usando el Telescopio Espacial Nancy Roman de la NASA, que será lanzado al espacio a finales de 2026.