Cerca de una década lleva funcionando en el Centro de Cumplimiento Penitenciario de Los Andes un taller de cerámica. Sin embargo, durante este tiempo los internos no habían sido capacitados en este oficio, situación que está cambiando gracias a la fundación Universidad de Playa Ancha, entidad que se encuentra impartiendo el primer taller de este oficio que se hace en la unidad andina.
Hasta el pasado mes de julio los reclusos aprendían gracias a algún compañero que tenía cierto grado de experiencia en el tema producto de alguna labor desarrollada mientras estaba en libertad o porque había participado en un taller impartido en otro establecimiento penitenciario. Sin embargo, en la actualidad es el profesor de cerámica e historia del arte, Luis Benítez, quien se encarga de entregar los conocimientos a los reclusos.
El maestro destacó la importancia de la parte teórica, donde se concentró en la parte histórica de este oficio y el valor de la tierra y la forma de trabajarla. En cuanto a lo práctico Benítez sostuvo que: “La iniciativa de ellos es buena, además había unos muchachos que sabían trabajar. Algunos sabían la técnica del vaciado, que es una de las bases de este trabajo, y también la técnica modelado, que se hace solo con las manos. Quiero ver pronto piezas quemadas y pintadas y que los chiquillos se sientan orgullosos de sus trabajos”.
El jefe de la unidad andina, teniente coronel Cristian Farías, expresó que esta iniciativa busca “entregar herramientas a los internos. Esto de alguna forma aporta en la reinserción laboral que estamos haciendo en la unidad y tiene relación con las alianzas estratégicas, tanto a nivel regional como en la unidad, que van en beneficio de los internos”.
Esta posibilidad de aprender es la que es agradecida por Roberto Márquez, quien ya había estado durante un año y medio bajo las enseñanzas de sus colegas.
“Ahora estamos aprendiendo cosas que antes no sabíamos. Es una buena experiencia, Ahora estamos con un profesor. Antes había estado y se nota mucho (la diferencia) porque realmente yo no sabía pintar bien y ahora tenemos una técnica. Ya no es lo mismo”, expresó el recluso de 49 años.
Opinión similar es la de su compañero Rodrigo Santis, quien a sus 38 años participa por primera vez.
“Llevo un mes y medio y me encanta el curso de cerámica. Mi proyección es tener mi propio taller en la calle, hacerme microempresario y tirar para arriba. Darle de comer a mi familia con esto. Agradecido de Gendarmería por el sistema de trabajo que nos está brindando”.
El taller, que se realiza de lunes a viernes y además incluye clases de prevención de riesgos, microemprendimiento y computación, culminará el primero de diciembre con una exposición donde se expondrán las piezas creadas por cada uno de los alumnos.