La Unidad de Cirugía Mayor Ambulatoria del Hospital Carlos van Buren fue nombrada en honor a dos enfermeras destacadas que impulsaron su implementación desde el año 2006. En una ceremonia emotiva, las autoridades del hospital, encabezadas por el director, Dr. David Gutiérrez, reconocieron el valioso aporte de las profesionales, María Antonia Palomas y Enriqueta Balado, a la institución de salud.
En la ceremonia, el director, Dr. David Gutiérrez, comentó que “creo que esto tiene dos aristas muy importantes, por un lado, reconocer a dos destacadas profesionales del hospital, pero también, reconocer la labor de la enfermería dentro de este hospital. Esta es un área importante, la unidad de Cirugía Mayor Ambulatoria, que va a llevar por siempre y para su reconocimiento, el nombre de dos enfermeras”.
Por su parte, la subdirectora de Gestión del Cuidado, Claudia Díaz, consideró que “reconocer a dos enfermeras de tan amplia trayectoria, nos demuestra que enfermería en su esencia es pensamiento crítico en pro del cuidado del usuario. Dos enfermeras pueden hacer el cambio y las nuevas generaciones debemos cuestionar nuestro quehacer como enfermeros en el día a día”.
María Antonia Palomas, quien se desempeñaba como enfermera supervisora del pabellón de Cirugía Mayor Ambulatoria al momento de su jubilación, expresó su gratitud por el reconocimiento y compartió su visión sobre el desarrollo de este importante proyecto. Destacó que el inicio de la unidad se centró en oftalmología, con un sólido respaldo por parte de los oftalmólogos y médicos.
La profesional ya retirada, expuso que “este proyecto comenzó solamente con oftalmología, que era nuestra área y siempre tuvimos mucho apoyo de los médicos, los oftalmólogos. Y luego, como empezó a funcionar también, y siempre cuando algo funciona bien, otras especialidades quisieron subirse al tren. Estamos felices de poder haber ampliado eso. Cuando yo me fui jubilada el año 2022, ya teníamos varias especialidades más que funcionaba muy bien”.
Inspiración para las nuevas generaciones
Por su parte, Enriqueta Balado, enfermera supervisora de Baja Complejidad Médico Quirúrgica, manifestó su orgullo y honor por el reconocimiento recibido. Destacó la importancia de este logro no solo para ella y su colega Palomas, sino también como un precedente inspirador para las nuevas generaciones de enfermeras.
La enfermera contó que “con María Antonia nos conocemos desde muy jóvenes trabajando, además, somos amigas, entonces empezamos a notar que los pacientes se quedaban mucho tiempo en posoperatorio por cirugías que, en otros centros, como en el área privada, se iban el mismo día. Entonces empezamos a tratar de que lo mismo pasara en este hospital y nos dimos cuenta que el paciente, una vez que se acostaba en una cama, psicológicamente pasaba a estar enfermo, aunque se tratara de una cirugía que no significaba que estuviera en esa condición. Por tal motivo, comenzamos a pensar cómo podíamos cambiar y mejorar esa situación, entonces, se nos ocurrió disponer bergeres para sentar a los pacientes para que se sintiera sano y no enfermo”.
El proyecto comenzó con tres pabellones dispuestos solo para cirugías de oftalmología. Tras los buenos resultados, se sumaron prestaciones de traumatología, algunos procedimientos ginecológicos y urológicos, dermatología y maxilofacial, entre otras.
Beneficios de la CMA
Uno de los principales beneficios de la CMA es la reducción del tiempo de espera para la cirugía, ya que, al no requerir hospitalización prolongada, se optimiza la programación de los procedimientos quirúrgicos. Además, al permitir que los pacientes regresen a sus hogares el mismo día, se disminuye el riesgo de infecciones nosocomiales y se promueve una recuperación más rápida en un entorno familiar.