El continente antártico para muchos puede ser un lugar frío y recóndito que poco tiene que ver con las zonas urbanizadas del mundo. No obstante, existen investigadores que se han puesto como meta de estudio encontrar la hebra social que une a la Antártica con el resto de los continentes y construir un índice de conectividad antártica, donde las cinco ciudades puertas de entrada al prístino territorio (Punta Arenas, Ushuaia, Christchurch, Hobart y Ciudad del Cabo) resultan fundamentales.
El antropólogo chileno radicado en Australia, Dr. Juan Francisco Salazar, de la Universidad de Western Sydney, es quien lidera el proyecto denominado “Ciudades Antárticas y patrimonio común: replanteando el rol de las ciudades puerta de entrada”, que, como base fundamental, busca darle énfasis a la Antártica como un patrimonio global.
“Creo que las ciencias sociales tienen un rol muy importante que hacer al estudio de la Antártica. Históricamente, se han enfocado en ser una reseña de la ciencia antártica, pero desde mediados del siglo XX hasta ahora ha habido una explosión de interés en explorar otras áreas de las ciencias sociales, como la psicología, que investiga el ver cómo los humanos se adaptan a ambientes extremos. También están los estudios sociales de medioambiente y la antropología que se interesa en cómo se crea cultura con un grupo de personas internacionales”, afirma el antropólogo.
Puertas de entrada a la Antártica
El investigador explica que existen muchas percepciones del rol que una ciudad debería cumplir como puerta de entrada y que existen también personas poco informadas, hasta habitantes que no tiene idea que existen puertas de entrada aquí o en otros países.
“La hipótesis de este proyecto cree que el concepto de puerta de entrada se encuentra agotado y que solamente tiene una connotación económica. Creo que la dimensión de la conexión con la Antártica es más profunda, de la mano con lo medioambiental y lo cultural. La premisa es poder ver hasta qué punto estas ciudades se reimaginan a sí mismas hacia el futuro como una red de ciudades custodias de la Antártica, protectoras, no solamente como puertas de entrada a la Antártica”, dice Salazar.
El investigador junto a Elías Barticevic Cornejo, profesional del INACH y parte del proyecto, han trabajado en ver cómo las ciudades en su planificación urbana hacia el futuro toman los valores antárticos y los implementan como una visión. Subraya que uno de los objetivos esenciales de este trabajo es construir una plataforma con una serie de herramientas y data para ir creando y agregando otros proyectos de investigación a esa plataforma. La idea es que pueda servir para las ciudades y su crecimiento en torno a su identidad.
“Estamos trabajando con el concepto de plataforma, no solo de proyecto de investigación. Existen muchas coincidencias entre las personas que habitan ciudades puertas de entrada a la Antártica, por ejemplo, entre los habitantes que residen en Hobart y en Punta Arenas. Existen más coincidencias de las que se creen. Hay diferencias también: Hobart es un centro científico muy importante, quizás el más importante de todas las otras puertas de entrada al Continente Blanco, ya que concentra una gran cantidad de investigadores antárticos”, detalla Salazar.
Desde el Año Geofísico Internacional (1957-1958), las ciencias naturales han gobernado de cierta forma las investigaciones en la Antártica. “Existen fenómenos sociales que suceden en el Continente Blanco de los que las ciencias sociales y las humanidades tienen que hacerse cargo. Este es uno de los primeros proyectos en poner el énfasis en la escala de la ciudad y la Antártica como un patrimonio global. Contamos, además, con alianzas entre distintos académicos y gobiernos locales”.
Este trabajo, en donde participan diez investigadores en total, es financiado por el Consejo de Investigación Australiano (ARC, por sus siglas en inglés) y administrado por la Universidad de Western Sydney. Asimismo, participan en Australia, la Universidad de Tasmania, la Municipalidad de Hobart, el Gobierno Regional de Tasmania; en Nueva Zelandia, la Universidad de Canterbury y la Municipalidad de Christchurch; y en Chile, el Instituto Antártico Chileno (INACH) y la Universidad de Magallanes. El proyecto está muy abierto a colaborar con la Municipalidad de Punta Arenas y de otras localidades, apunta el investigador nacional.
Saldando deudas
Recientemente cerró el período de postulación a dos fondos concursables para investigación en la Antártica administrados por el INACH. El concurso nacional de proyectos, en su versión XXV, admitió por primera vez propuestas de ciencias sociales y humanidades, recibiendo dos iniciativas en esa área.
Por otra parte, el concurso anual de apoyo a tesis de posgrado, admitió propuestas por segundo año consecutivo. En este sentido, cabe también señalar que, en el ámbito escolar, hace cuatro años que el Instituto Antártico Chileno admite propuestas colaborativas de investigación en ciencias sociales y humanidades en la tradicional Feria Antártica Escolar. Con estas medidas, se pavimenta responsablemente el camino de la próxima generación de investigadores nacionales en estas materias.