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La Unidad de Ginecología Oncológica del Hospital Dr. Gustavo Fricke está integrada por 10 especialistas gineco-oncológicos que atienden a todas las pacientes de la red del Servicio de Salud Viña del Mar Quillota. El Dr. Erasmo Bravo, Jefe del Servicio Ginecología y Obstetricia del establecimiento, explica que “es uno de los equipos más complejos de Chile, por la cantidad de población que tenemos asignada, por la cantidad de atenciones tanto ambulatorias como quirúrgicas que realizamos, así como la complejidad de las prestaciones que otorgamos”.
Sólo durante el año pasado se atendieron 500 casos, se realizaron más de 4.500 consultas médicas, se efectuaron 323 cirugías mayores y casi 150 cirugías menores y biopsias, tanto a pacientes derivadas de la Atención Primaria de Salud, como de otros hospitales de la red del Servicio de Salud y del área privada.
Conservando la vida y la fertilidad
El Hospital Fricke atiende pacientes con patologías GES como cáncer ovárico y cervicouterino, y también cáncer de endometrio, entre otros. Dentro de todos ellos, “el cáncer más importante en relación al embarazo es el cervicouterino. La idea es preservar el embarazo y la fertilidad en pacientes muy jóvenes”, indica el Dr. Bravo.
Así lo puede confirmar Jessica Cortés. El diagnóstico de un cáncer cervicouterino precoz a los 24 años, requería ser tratado mediante quimioterapia y una histerectomía, intervención donde se extirpa de forma completa el útero. No obstante, el equipo médico de la Unidad de Ginecología Oncológica efectuó una innovadora técnica, que hasta entonces no se había realizado en Chile, de modo de preservar su fertilidad para el momento en que ella quisiera ser madre.
El Dr. Bravo, explica que el único tratamiento que en ese minuto estaba establecido era una histerectomía radical con radioquimioterapia, “pero por su juventud, decidimos hacer un tratamiento innovador, una traquelectomía radical vaginal. Había un caso publicado en Holanda. Eso significa que hacíamos la extirpación de todos los ganglios pelvianos a través de laparoscopía, retirábamos sólo el cuello del útero, con los tejidos que lo rodeaban, conservando el cuerpo uterino, de esa forma ella quedaba con la posibilidad de embarazarse”.
“La vida me cambió en un 100%, he tomado esto como una experiencia de vida, es maravilloso, porque cuando a uno le dicen que tiene cáncer, piensas altiro que te vas a morir y que no vas a poder tener hijos”, explica Jessica, mientras sus hijos Josefa (5 años) y Felipe (3 años) dan cuenta del éxito de la cirugía.
Para la joven madre, “fue todo muy rápido, yo venía saliendo de la universidad, no tenía pensado ser mamá, pero era la oportunidad que yo tenía para poder tener hijos. En mi caso fue bello, muy bonito, valió la pena, todo el sacrificio. Estoy muy agradecida, y yo les digo a las mamás, mujeres que quieren ser mamás, que luchen, que dejen los miedos de lado, se atrevan, que sí se puede. La relación con el equipo médico fue muy buena, muy confiable, son excelentes médicos, profesionales que le dan la confianza a uno de que sí se puede”. Y como ella, de esta misma técnica se han beneficiado 13 pacientes que pudieron preservar su fertilidad y su vida.
Prevención
A nivel mundial, el cáncer cervicouterino es el cuarto cáncer más frecuente en la mujer. Se calcula que en 2018 hubo 570 000 nuevos casos, que representaron el 7,5% de la mortalidad femenina por cáncer.
¿Cómo se diagnostica el cáncer de cuello uterino? La forma más eficiente y simple de detectar el cáncer cervicouterino es el Papanicolau (PAP), examen en que se obtienen células del cuello uterino y que permite detectar lesiones o alteraciones que pueden transformarse en un cáncer.
¿Quiénes deben hacerse este examen? Todas las mujeres entre los 25 y los 64 años, cada tres años, en especial las mayores de 35 años o que presenten factores de riesgo
¿Dónde se realiza? El examen se realiza en el consultorio más cercano a su domicilio y forma parte del Examen de Medicina Preventiva del Adulto.
