En tiempos de cuarentena para evitar la propagación del COVID-19, el trabajo a distancia y las aulas virtuales para escolares y universitarios son las principales actividades que se realizan en los hogares.
Sin embargo, el ejercicio físico no ha sido considerado por algunos establecimientos educacionales que han puesto el acento en las asignaturas tradicionales.
El coordinador de Laboratorio de Investigación en Actividad Física y Deporte de la Universidad de Playa Ancha (UPLA), doctor Enrique Arriaza Ardiles, explica que “el hecho de no contemplar la Educación Física como una de las asignaturas en las aulas virtuales, habla de un aspecto que no puede atribuírsele a esta contingencia, pues los niveles de sedentarismo y obesidad se encuentran instalados desde hace mucho tiempo en la realidad educativa y social de nuestro país. La cultura imperante parece ser una barrera infranqueable para quienes pretendemos hacer de la actividad física un aspecto fundamental de la vida. Por eso no es de extrañar que en ciertos establecimientos educacionales no se le brinde la debida importancia, porque si lo hicieran habitualmente, no tendríamos tantas dificultades como las que encontramos hoy”.
De allí que el académico destacó un estudio que la Journal of Applied Physiology publicó en 2004, que demostró los efectos del confinamiento sobre el sistema inmunológico.
“El resultado fue que el permanecer encerrado y además quieto, es devastador tanto a nivel psíquico como fisiológico, porque los efectos que genera la restricción de movimientos, especialmente locomotores, se relacionan directamente con la disminución de las defensas, porque se anula la acción protectora de los linfocitos, que son las células que reconocen sustancias extrañas y generan anticuerpos, y además genera cambios en la distribución de los leucocitos, que combaten infecciones y otras enfermedades, debido a que éstos se activan, precisamente, cuando se interactúa con el espacio”, explica el profesor Arriaza.
Son respuestas similares a las inducidas por el estrés psicológico, que disminuye la eficiencia del sistema inmune. El profesor agrega que la falta de actividad física sumada al efecto del confinamiento nos vuelve más proclives a contraer diversas enfermedades.
Por otro lado, hay que considerar que si el cuerpo no se mueve habrá pérdida de masa muscular, lo que afectará la capacidad de desplazar pesos, tanto el nuestro como adicionales, disminuirá el equilibrio, aumentará la debilidad corporal y el sistema circulatorio también se verá afectado.
Rutina Diaria
El académico afirma que resulta imprescindible armar una rutina de actividad física, al margen de los tiempos para los quehaceres habituales. Idealmente, no se debe permanecer más de 20 ó 30 minutos consecutivos sentado o recostado. Agrega que con 30 a 40 minutos diarios de actividad física como mínimo, es posible mantener cierta condición física básica.
Para lo anterior es fundamental la motivación, y tener claro que, de no ejercitarse y no contar con una dieta apropiada, su estado fisiológico y emocional se resentirá.
“Ante este escenario, no se requiere de un gran espacio para hacer movimientos de flexo-extensión de brazos y piernas. Incluso los puede hacer desplazando algunos objetos que son comunes en las casas como libros, mochilas, botellas con agua, por nombrar algunos. También se recomienda hacer abdominales o elongaciones. Subir y bajar un escalón o un cajón. Acompañarse de la música que guste y bailar, es decir todo lo que implique no quedarse quieto ayudará a mantener una buena respuesta cardiovascular y circulatoria”, recomienda el docente.
En internet es posible encontrar tutoriales para realizar ejercicios y, en el caso de las aulas virtuales de los colegios, Arriaza propone a los docentes enviar un video con la ejecución de los ejercicios, junto con concientizar a los estudiantes de la relevancia de incorporar la actividad física como una práctica habitual.