Experta analiza prohibición del colorante Rojo N°3 en alimentos en EE.UU y sus posibles repercusiones en Chile

Hace unas semanas, la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) revocó la autorización de uso del colorante Rojo N°3 en alimentos y medicamentos comercializados en ese país. La medida, basada en la cláusula Delaney, se debe a estudios que evidencian su potencial relación con el desarrollo de cáncer en animales, además de otros efectos en la salud.

Esta decisión puso sobre la mesa nuevamente el debate sobre el uso de colorantes artificiales en la industria alimentaria y sus posibles consecuencias para los consumidores. En Chile, sin embargo, el impacto de esta medida es limitado.

“En nuestro país, este colorante solo está permitido en tres productos específicos: conservas de cerezas, macedonia de frutas y cerezas marrasquino, por lo que su uso en alimentos es mínimo”, explica Jeniffer Wilckens, ingeniera de desarrollo del Centro Regional de Estudios en Alimentos Saludables (CREAS).

“El Rojo N°3 ha estado bajo escrutinio desde hace más de 35 años, cuando surgieron las primeras evidencias de su impacto en la salud. Si bien no se ha demostrado una causalidad directa con el cáncer en humanos, estudios han señalado efectos en el funcionamiento de la tiroides y el sistema nervioso. Se han observado problemas metabólicos, desregulación de los sistemas antioxidantes y daños en la comunicación neuronal”, añade Wilckens.

A diferencia de EE.UU., donde su uso en cosméticos está prohibido hace más de tres décadas, en Chile aún es permitido en esta industria. No obstante, la ingeniera advierte que este tipo de medidas generan conciencia entre los consumidores, lo que podría impulsar cambios en la industria o en la legislación. “Si tenemos suerte, en un par de años podríamos tener legislada la prohibición total de colorantes artificiales en nuestros alimentos”, señala.

Por ahora, la recomendación de los expertos apunta a optar por productos con menos aditivos y fomentar una alimentación más natural. Aún falta tiempo para tomar atención al debate sobre la seguridad de los aditivos alimentarios y cómo medidas similares a la adoptada por la FDA podrían influir en regulaciones futuras a nivel global. 

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