El denominado déficit de naturaleza no solo afectó a las personas adultas, también impactó en los niños y niñas que cursan años preescolares. Los largos períodos de encierro por cuarentenas y la interacción constante con la tecnología, ha provocado graves problemas en su comportamiento y comunicación. Por ello, expertos avalan la idea de implementar actividades con el medio ambiente en etapas tempranas de la niñez.
La niñez en Chile vive una situación compleja. Según el informe anual 2021 “Derechos humanos de niños, niñas y adolescentes en Chile” de la Defensoría de la Niñez, el 13% de niños y adolescentes vive en situación de hacinamiento medio, alto o crítico y el 8,2% tiene déficit en acceso a servicios básicos. En cuanto a la cuarentena, 9 de cada 10 niños informaron haber sentido ansiedad durante el período de encierro.
Por otra parte, la falta de contacto con la naturaleza no solo afectó el área psicológica. “El encierro y la gran cantidad de horas que hoy en día pasan los niños en pantallas, han tenido un fuerte efecto en el sedentarismo, el que a su vez se asocia con la prevalencia de obesidad y sobrepeso”, informa Javiera Silva Coordinadora del programa “Naturalizar” de Fundación Ilumina.
Bajo este último contexto, Silva afirma que “el contacto con la naturaleza reduce el estrés y la ansiedad. Esto se debe a la secreción de hormonas como endorfinas y la serotonina, que ayudan a bajar los niveles de cortisol y adrenalina. Jugar con la tierra, ha demostrado reducir los niveles de ansiedad y estrés en los niños, además, va a propiciar pensamiento, interrogantes y reflexiones más profundas”.
Según información del libro “Last Child in the woods” (El Último Niño en el Bosque) de Richard Louv, expone que estar separado de la naturaleza afecta la salud física y psicológica. «El contacto con el mar, ríos, bosques, fauna u otros, estimula de una forma diferente el desarrollo del cerebro, en particular respecto a los procesos del funcionamiento de los órganos de los sentidos. Sin embargo, no tener este contacto, no es un retroceso crónico, pues el funcionamiento del cerebro y del sistema nervioso es plástico muchas veces y por lo tanto se puede recuperar el tiempo perdido», señala el psicólogo y académico UCEN, Ricardo Bascuñán.
Con respecto al aprendizaje, “el contacto con la naturaleza es vital en etapas tempranas del desarrollo humano. Durante los primeros 6 años de vida nuestro cerebro es capaz de realizar 500 veces más conexiones neuronales que en la vida adulta. Eso significa que todos los esfuerzos que hagamos por exponer a los niños a entornos con mayores oportunidades de aprendizaje van a marcar la diferencia en su vida adulta”, finaliza la coordinadora de programa Naturalizar
Por esto la implementación de áreas verdes en jardines infantiles es fundamental, además, los y las educadoras de párvulos deben tener herramientas efectivas de cómo acercar al menor a la naturaleza y hacerlo convivir en un ambiente saludable proporcionando bases importantes para su desarrollo.