Es considerada una de las enfermedades óseas más recurrentes que suele no presentar síntomas, afectando en gran medida la calidad de vida de quien la padece, cerca de 200 millones de personas en el mundo. Según la Fundación Internacional de la Osteoporosis, una de cada tres mujeres y uno de cada cinco hombres mayores de 50 años se ven afectados por fracturas a causa de las osteoporosis, datos preocupantes, que invitan a prevenir y a estar alerta al más mínimo indicio de este padecimiento.
Tamara Canto, académica de la Carrera de Enfermería de UDLA Sede Viña del Mar, explica que “la osteoporosis es una enfermedad crónica y progresiva, resultado de interrelaciones entre la genética, el metabolismo óseo y factores asociados al crecimiento del hueso. También influyen la edad, la inactividad física, algunas deficiencias hormonales, la ingesta insuficiente de calcio y vitamina D, un estado nutricional disminuido, el consumo de tabaco y alcohol, y la inmovilización, todos aspectos que pueden repercutir en el debilitamiento óseo”.
La profesional menciona que la baja densidad ósea y el deterioro continuo de los huesos es asintomático, siendo habitual que los pacientes que tienen osteoporosis se enteren cuando les ocurre alguna fractura por una caída, un golpe, incluso hasta por traumatismo menor, afectando principalmente a muñecas, cadera y columna y a personas mayores, pues con el pasar de los años, el organismo reabsorbe más hueso que el que es capaz de formar, reduciéndose la masa ósea en el esqueleto. La mujeres tienen una mayor prevalencia, pues con la menopausia se deja de producir estrógeno, hormona que tiene un importante rol frenando la reabsorción ósea, pero los hombres no están libres de padecerla.
“Si hay fractura como consecuencia de la osteoporosis, se confirma mediante una radiografía. Sin embargo, cuando se sospecha de osteoporosis sin existir fractura se realiza una densitometría ósea, examen radiográfico que mide el calcio y otros minerales de los huesos. Sus resultados indican tanto la fuerza como la densidad mineral ósea y también permite determinar si existe pérdida de calcio en los huesos”, comenta Tamara Canto.
Respecto del tratamiento explica que este busca controlar el dolor, retardar el proceso de pérdida ósea y prevenir fracturas. La terapia incluye una alimentación equilibrada rica en calcio y en vitamina D, un programa de ejercicio físico y estilo de vida saludable, además de medicamentos específicos que el médico recetará considerando la edad y otros antecedentes médicos del paciente. “Mientras se mantengan estas medidas, una persona debiese tener un buen pronóstico”, dice la académica.
Respecto de prevenir esta enfermedad, menciona que entre la adolescencia y los 30 años se pueden tomar medidas primarias para lograr una mayor cantidad de masa ósea, aunque lo ideal es continuar con ellas después de esa edad. Los factores que favorecen la prevención son principalmente hábitos saludables como realizar ejercicio físico regularmente al menos 30 minutos, tres veces por semana; ingerir calcio a través de lácteos u otras fuentes como soja, brócoli, acelga, espinacas, garbanzos y sésamo, principalmente en quienes tienen una alimentación vegana. También, si un médico lo indica se puede suplementar calcio y vitamina D.
Además, se debe evitar la ingesta de alcohol y tabaco, así como prevenir caídas, sobre todo en personas mayores, por ejemplo, usando calzado bien ajustado, antideslizante, pisos de goma en la tina, barras de apoyo, entre otros.