La pandemia del Covid-19 ha afectado a la gran mayoría de los países, dejando en evidencia las falencias de cada Estado en cómo los líderes políticos han sido capaces de conducir la crisis sanitaria.
Karina Uribe, profesora de Derecho Internacional Público de la Escuela de Derecho de la Universidad de Valparaíso, explicó que “desde el punto de vista político, es interesante ver en vivo y en directo, con efectos inmediatos, lo que significa estar gobernados por buenos o malos líderes. No es casual que gobernantes hombres, de origen y discursos populistas y que llegaron a sus puestos con fake news, han mostrado el peor manejo en la crisis derivada de la pandemia. Inquieta ver cómo se crean espacios que son aprovechados para adoptar medidas antidemocráticas o que vulneran DD.HH., como entregar atribuciones sensibles a funcionarios que no deberían tenerlas, requiriendo préstamos a instituciones internacionales sin explicar los motivos y compromisos adquiridos”.
Covid-19 y nuevo orden mundial: ¿Momento definitorio en la historia contemporánea?
Según la académica, la pandemia traerá consecuencias relevantes a nivel mundial. “Desde el punto de vista económico será un golpe fuerte, que puede asimilarse a la peor crisis desde el año 1929. Es un momento definitorio y se recordará como el inicio de algo nuevo. ¿Para bien o para mal? Creo que puede haber de los dos, pero en ambas situaciones, radicales. Importantes filósofos tienen opiniones contrapuestas: Byung-Chul Han dice que el modelo económico se consolidará y viviremos en un estado de guerra permanente, y Žižek plantea que la crisis será la sepultura del capitalismo. De lo que tengo certezas es que las caretas que se caerán, nos servirán para decidir de qué lado estamos y hacia dónde dirigiremos nuestras batallas según el mundo que queremos. Espero que en Chile signifique consensos nacionales intransables, como acuerdos de una vida digna”, subrayó.
Sobre los cambios en la política internacional, añadió que “las posiciones se van a polarizar aún más: comunidad internacional robustecida, por una parte, y soberanía interna y comunidades cerradas y pequeñas de grupo, por otra. Esa lucha no terminará. Soy partidaria de la primera: comunidad internacional robustecida con acuerdos universales a los seres humanos, visión armónica con otros seres vivos y la naturaleza. Cambiarán las reglas en que nos movíamos, y las características de ese nuevo orden mundial dependerán de quienes lideren, sobre todo, las grandes potencias mundiales”.
“Uno de los cambios que debe darse es una revisión de la composición del Consejo de Seguridad, compuesto por China, Estados Unidos, Rusia, Gran Bretaña y Francia, con derecho a veto. La complejidad de las relaciones internacionales, los intereses que representan y repercusiones, llevan a replantear el ingreso de otros países, que representen regiones del planeta como Latinoamérica y África como miembros permanentes. ¿Por qué seguir excluyendo a Alemania?”, destacó.
Imagen de líderes políticos
¿Se puede ver afectada la imagen de líderes políticos? La docente explicó que “la historia será la mejor jueza. Lo que no puede suceder es que lleguemos a la conclusión que la política como ejercicio no sirve y debe ser eliminada. Si eso sucede, se acaba el debate y con ello la democracia, y la consecuencia es el hundimiento en regímenes totalitarios, del sector que sea. El espacio que las circunstancias generan, es al desprecio del modelo completo, sin advertir que no es el sistema democrático, sino que la ausencia de sus manifestaciones la que nos lleva a los peores escenarios”.
“Se han erigido como mejores administradores, políticos o sistemas, Alemania, Nueva Zelanda, Francia o Portugal. Dentro de los peores, Brasil, Estados Unidos, Gran Bretaña, México o El salvador. Los del primer grupo cuentan con un respaldo institucional y estructural que permite ganar ese espacio: un Estado fuerte, pero con límites claros, con democracias robustecidas, que gozan de confianza ciudadana, con consensos sociales intransables que permiten que sus gobernantes brillen, ayudado por el importante elemento personal de sus líderes y lideresas”, añadió.
“China se posiciona como un actor clave en el tablero internacional. Es llamativo porque las naciones líderes de antaño, como EE.UU. o Gran Bretaña, están en manos de gobiernos que, al desdeñar la política y las relaciones internacionales, y mermando la comunidad internacional, permiten que otros brillen con jugadas estratégicas y de alabanza popular facilista, como la tenaz comunicación de China sobre la vacuna contra el Covid-19 como bien público mundial. ¿Qué entiende China por bien público? ¿Lo hacen de la misma manera en Europa, en Latinoamérica o en EE.UU.?”, puntualizó.
Desafíos en política internacional
Sobre los desafíos que plantea la crisis, explicó que “debemos repensar todo, identificar las falencias y fortalecer o arreglar cosas, modificar otras y eliminar lo incorregible, y así crear nuevas directrices que permitan proyectar una convivencia relativamente sana entre seres humanos. La depredación a la naturaleza es un elemento clave en el origen de esta pandemia y en las que se proyectan, y la respuesta no es tan simple como que la naturaleza tiene el virus o que el cambio climático lo creó, sino que nosotros hemos generado las condiciones para que algo así sucediera al no darnos cuenta que somos parte de una cadena en el planeta, que cuando la alteramos nos perjudica directamente. La comunidad científica ha alertado que el modelo de vida que llevamos ha hecho convivir –forzadamente- a los animales con los humanos, aumentando los riesgos de cruce de enfermedades, así como los riesgos de morir por coronavirus en los lugares más contaminados. La política internacional, a mi juicio, debe construir un modelo universal más robustecido que se base en el respeto de la convivencia de distintas culturas, con acuerdos básicos que permitan una existencia digna de cada ser humano en el planeta. Es un desafío enorme, pero si no somos capaces de hacerlo, entonces no sé dónde radica aquello que nos hace diferentes del resto de los seres vivos”.