La Ludoteca del Cerro La Merced de Valparaíso partió como una iniciativa de un equipo de profesores, estudiantes y exalumnos de diversas carreras de la PUCV que participaron en el Concurso “Construye Solar” con el objetivo de desarrollar el prototipo de una vivienda económica y saludable. En 2014 fue que presentaron la casa MADE, proyecto que permitía desplegar de manera controlada las propiedades lumínicas, térmicas y energéticas del sol, a través de una estructura modular construida en tierra, barro y madera reciclada.
La casa se levantó en Ciudad Abierta en Ritoque y luego se armó en Santiago para el concurso. Ese mismo año, un enorme incendio afectó a varios cerros de Valparaíso y un grupo de voluntarios se propusieron ayudar a las familias afectadas contribuyendo a la reconstrucción y a apoyarlas para enfrentar esta tremenda catástrofe.
“Nosotros llegamos el día siguiente del incendio para desarrollar un trabajo comunitario muy intenso. Esto partió con la idea de un voluntariado de algunos meses y terminó en un voluntariado de la vida”, recuerda Carolina Moraes, directora de la Fundación Minga Valparaíso, quien recientemente firmó un convenio de cooperación con la PUCV para apoyar el desarrollo de la Ludoteca del Cerro La Merced y que corresponde precisamente a la casa MADE que participó en dicho concurso, pero fue adaptada en el lugar para acoger a los niños del sector.
Cristóbal Hughes también integró el equipo que participó desde un comienzo con esta iniciativa. “La Ludoteca nació como una manera de darle forma, tiempo y lugar al juego de los niños del barrio. Una utopía que comenzó en las calles del cerro afectado por el incendio. Una idea que se fue afinando a través de las experiencias en terreno y que ha logrado después de cinco años consolidarse y conformarse en este espacio (…) Este proyecto nació del encuentro de una casa que no tenía lugar y un lugar que no tenía casa”, recordó.
El convenio firmado entre la PUCV y la Fundación Minga Valparaíso permitirá continuar con esta iniciativa que mediante un programa comunitario promueve el uso del espacio público, generando transformaciones que fortalecen el tejido social de la comunidad, mejoran la relación del niño con su entorno socio-territorial y estimulan el desarrollo cognitivo infantil.
A la firma del convenio asistió el Pro Gran Canciller de la PUCV y Administrador Apostólico de la Universidad, Monseñor Pedro Ossandón; el rector de la PUCV, Claudio Elórtegui; el vicerrector de Desarrollo, Arturo Chicano; y el director general de asuntos económicos y administrativos, Alex Paz, entre otros académicos y funcionarios.
Rector: «Son un orgullo para la Universidad»
Al respecto, el rector de la PUCV recordó que desde el primer encuentro que tuvo con el equipo del proyecto MADE hace cinco año constató los valores que inspiraban al grupo y la capacidad que tenían para convertir los sueños en realidad. “Hace pocos meses nos volvimos a encontrar y descubrimos lo que estaban haciendo en el cerro La Merced. Nos pareció que para nuestra Universidad esta iniciativa era muy importante y que era necesario involucrarse en esta obra”, señaló.
“Los ex alumnos que han dado vida a esta fundación y a esta obra realmente expresan lo mejor de lo que nosotros queremos formar en la Universidad. Son profesionales altamente competente y además con valores que interpretan totalmente el sello valórico institucional: compromiso con la sociedad y amor al prójimo, valores que se inspiran y basan en el mensaje cristiano. Ustedes son un orgullo para la Universidad”, precisó.
La directora de la Fundación Minga Valparaíso, Carolina Moraes, recuerda que a través del voluntariado se percataron de la importancia del trabajo comunitario y se propusieron ayudar a la comunidad, además de juntar a gente joven con ganas de construir casas y mejores las viviendas. Posteriormente, surgió el proyecto de Ludoteca con los niños, que tanto en Chile como en el mundo cuentan con pocos espacios públicos para jugar.
“Llegamos a este terreno y tuvimos que adaptar la casa. Hoy se atienden 70 niños de la zona. Funciona de martes a sábado. Esperamos crecer a futuro, tenemos contactos con varios colegios de la zona. Los niños llegan desde las 4 de la tarde. Desarrollan actividades artísticas, especialmente juego libre que es un elemento educador para los niños y tienen talleres de arte, teatro, deporte, paseo, música y huerto”, complementó.
Al equipo de la Fundación Minga, le encantaría replicar esta iniciativa en otros lugares de Valparaíso o en otras regiones. “Este espacio funciona como un lugar de independencia de los niños, donde aprenden y comparten en autonomía, donde ellos son los dueños de casa. Este es el fundamento de la Ludoteca y su enfoque educativo: se constituye como un espacio propio, seguro y cariñoso donde los niños y niñas pueden afirmar su voluntad y desarrollar su voz”, precisó Cristóbal Hughes.
Sonia Polanco es vecina de la Ludoteca y cuando ocurrió el incendio fue la encargada de alimentar a cientos de vecinos del cerro La Merced. “Esta iniciativa es excelente. Acá había muchos niños en situación de calle y la ludoteca ha sido un gran aporte. Ellos aprenden mucho. Es lo mejor que ha pasado acá. Es como la plaza del cerro”, concluyó.