Las niñas y niños, al ingresar a la educación parvularia -primer nivel educativo al que pueden acceder desde su nacimiento y hasta los 6 años-, requieren de un proceso de adaptación, lo que implica transitar desde un ambiente conocido, en torno a la familia, el hogar o las redes de apoyo familiar, hacia un nuevo lugar. Se trata de un cambio muy importante para ellas y ellos, pues al comenzar a asistir a una sala cuna, jardín infantil o escuela, comienzan a encontrarse con nuevas personas, rutinas y normas de convivencia y funcionamiento.
El proceso de adaptación es un proceso único de cada niño y niña: depende de sus características personales, de los vínculos con los adultos significativos y de su contexto. También dependerá de la planificación que se tenga en el establecimiento para el proceso de adaptación y de la contención y apoyo que entreguen los equipos pedagógicos.
El rol de las familias en este proceso es esencial. Por eso es importante que estén atentos a cualquier cambio en las niñas y niños y estén siempre disponibles a sus necesidades, promoviendo una disposición positiva hacia esta nueva experiencia, reafirmando su confianza cada vez que se sientan ansiosos. Los adultos deben acompañar este proceso y transmitir en todo momento tranquilidad y confianza.
“Ingresar a la sala cuna o jardín infantil es una experiencia fundamental para el desarrollo y bienestar de la primera infancia, por lo que es muy importante que los adultos acompañemos este proceso, pero siempre poniendo en el centro los gustos, intereses y opiniones de las niñas y niños. No nos olvidemos que lo más importante es escucharlos y que siempre tenemos mucho que aprender de ellas y ellos”, indica la subsecretaria de Educación Parvularia, Claudia Lagos Serrano.
Desde la Subsecretaría de Educación Parvularia entregamos algunas recomendaciones a las madres, padres, familiares o cuidadores principales para facilitar este proceso de adaptación:
Previo al ingreso del niño o niña al establecimiento:
- Es importante tener una entrevista con el director o directora del establecimiento educativo, para conocer el proyecto educativo y al equipo pedagógico, junto con compartirle información respecto del niño o la niña: cómo es, qué le gusta, si tiene alguna necesidad que requiera atención. También, si es necesario, para acordar la posibilidad de un horario inicial flexible para el niño o niña.
- Anticipar al niño o niña que comenzará una nueva etapa en su vida, destacando que en este nuevo espacio podrá jugar con otros niños y niñas, y aprender y conocer muchas cosas nuevas y entretenidas. Luego explicarle detalles más específicos de su asistencia al establecimiento: quién lo llevará e irá a buscar, con quién se quedará durante la jornada, por cuánto tiempo, qué hará durante el día (actividades, alimentación, descanso, baño, juegos, patio, etc.).
- Si la niña o niño comienza una nueva etapa en una escuela, considere que este también es un cambio importante, pues implica espacios y rutinas distintos al jardín infantil. Es fundamental escuchar y acoger al niño o niña en sus sentimientos de temor o resistencia frente a los cambios, validando y aclarando sus miedos y dudas de forma sincera y positiva, y transmitiéndole tranquilidad y seguridad.
- Regular el horario de sueño y comidas para que se ajuste a la nueva rutina de la sala cuna, jardín infantil o colegio.
- En lo posible, ir junto con el niño o niña al establecimiento para facilitar la familiarización con este nuevo espacio; si esto no se puede realizar, al menos realizar un recorrido exterior que permita algún tipo de acercamiento. De esta manera, podrá conocer a las personas que estarán a su cargo, así como el aula, patio, baño, sector de juegos.
Una vez que el niño o niña ingrese al establecimiento:
- Sugerir que el niño o niña lleve al establecimiento un objeto de “apego o transición” o algo que le sea familiar, que lo mantenga unido a su hogar como, por ejemplo, un juguete u otro objeto de su preferencia.
- Aceptar, respetar y validar los sentimientos de temor o rechazo que pueda manifestar el niño o niña, manteniendo una actitud tranquilizadora y de diálogo. Tenga en cuenta que la adaptación es un proceso gradual, en el cual es natural que existan avances y retrocesos.
- Al inicio, llevarlo sólo por algunas horas para que vaya acostumbrándose gradualmente a la nueva situación y aumentar poco a poco el tiempo de estadía en el establecimiento.
- Promover que haya cierta estabilidad respecto de las personas que lleven y retiren al niño o niña del jardín o escuela y, al dejarlo allí, evitar prolongar innecesariamente las despedidas, de manera de ayudarlo a sentirse seguro en este nuevo lugar.
- Permitir que la madre, padre o apoderado pueda acompañar al niño o niña en el establecimiento, por un cierto período, hasta que ya pueda quedarse tranquila/o por sí misma/o.
- Mantener un contacto regular con el Educador/a de Párvulos, Técnico de Párvulos y equipos educativo para conocer cómo se está desarrollando el proceso de adaptación del niño o niña, clarificar dudas e intercambiar informaciones necesarias.
- Conocer qué juegos, actividades lúdicas y experiencias de aprendizaje se están implementando en el establecimiento, y conversar sobre ellas en el hogar, felicitándoles por los esfuerzos y logros realizados. También es importante reforzar con las niñas y niños lo entretenido y divertida que puede ser la jornada.
- Si las familias no pueden participar en las actividades que el establecimiento propone, plantear horarios alternativos al equipo pedagógico, que permitan un mayor involucramiento en el proceso educativo. No olvide que se trata de una comunidad educativa, donde todas y todos deben aportar y colaborar activamente.