Durante el último año y debido a la actual pandemia por coronavirus, han salido al mercado un sinfín de productos que promete desinfectar ambientes de oficina o espacios cerrados. Algunos de ellos son las lámparas de radiación UV y UV-C, cuya demanda ha aumentado considerablemente.
Enrique Calderón, profesor experto en construcción y prevención de riesgos de la USM, alerta al respecto y explica que estos productos buscan eliminar los patógenos que se encuentran suspendidos en el ambiente, por ejemplo eventuales partículas de Covid-19, como también los que puedan estar depositados en las superficies.
Uno de ellos es la desinfección por ozono a través de la radiación UV, que ha demostrado un alto poder desinfectante. El experto indica que “su uso puede ser altamente peligroso, pues es una sustancia oxidante muy agresiva, que puede producir daños en la salud, irritando las vías respiratorias y las mucosas. Además, no hay evidencia científica suficiente que asegure su efectividad contra virus de transmisión aérea como el coronavirus”
Otro de los productos de alta demanda son las lámparas de radiación ultravioleta visible (UV-C), que tienen cierta efectividad, pero que pueden dañar la retina “existen estudios suficientes para asegurar que puede causar daños irreversibles, al no causar molestias inmediatas, el daño causado por la exposición a esta luz UV está asociada a la generación de cáncer debido a que su efecto es acumulativo”.
El experto indica que la radiación UV-C puede ser un desinfectante útil en el control del contagio por coronavirus, aunque no garantiza la completa desinfección del ambiente, pues solo tiene efectos en las áreas en que llega de forma directa, por lo que, si existen zonas de sombra, no hay efecto alguno “siempre será necesario ventilar el área en cuestión para mejorar la eliminación del virus y lograr un ambiente suficientemente seguro para el tránsito y trabajo de las personas”, concluye Calderón.